miércoles, 5 de mayo de 2021

Hoy cumplo 31 años


Hoy cumplo treinta y uno

Que día tan especial he vivido. Dios me ha regalado el Don de la Vida. Otro año más recorriendo este camino de su mano. Son ya 31 años, y a mis queridos amigos y familia, aunque no haya alcanzado tal vez a responder sus mensajes de cariño y afecto, los he leído todos, guardado en el corazón  y atesorado como la Virgencita. 

Gracias al buen Dios, que me ha bendecido con unos padres maravillosos que están conmigo y que dicha tan grande poder escuchar su tierna voz, sus llamadas sus palabras, tener sus besos, que me animan a seguir adelante a crecer, no de una manera superficial, si no más centrada y madura, sobre todo espiritual de la mano de Dios, de la Iglesia que fundó Cristo quien me ama por sobre todas las cosas, que fue quién abrió mi gran día desde antes que comenzara con su beso Eucarístico, alimentando mi alma, mezclando su Sangre con la mía en la Comunión, que especial recibir a la Santísima Trinidad en un segundo tan profundo hasta la eternidad, y este gran Amor que se me es donado quiere también donarse más a los demás. 

Que dichosa poder compartir este día de la mano de María, mi madre del cielo, ella ha abrazado con delicadeza las profundas entrañas de mi alma y las ha llenado de su dulzura celestial. 

Que hermoso regalo tener a mis abuelitos tan cariñosos tan dulces, a mis padrinos y madrinas, mis amigos sacerdotes, mis tíos, mis primos que me siguen guiando con su sabiduría y están pendientes cada día de mí.

La vida pasa es sólo un instante, pero es eterna y hay que valorarla, cuidarla, respetarla. Cada día que pasa me doy cuenta que vivir es el mayor de los tesoros que no se debe desperdiciar ni un sólo día y que cada persona es única e irrepetible. Le pido al buen Dios que me regale en este día todos los dones del Espíritu Santo, en especial los que más necesito para mi santificación. Y agradecerle por haberme quitado el velo que cubría mis ojos, porque a pesar de mis errores, caídas y faltas, me levanta y me abraza, me enseña con dulzura y paciencia. 

Tantos son los dones de Dios en las personas que ha puesto en mi camino. Cómo no agradecerle por los 5 hermanos y hermanas que me ha dado, cada uno con sus caracteres diferentes, pero hermosos en esencia. Me ayudan a crecer, a amar más, a cambiar mis errores, a perdonar también. Que dicha poder escuchar sus canciones, sus risas, sus sueños, su compañía aunque a veces no digan nada. Y es que para amar a veces no se necesitan decir palabras.

Mis sobrinos, sobrinas (algunos me han adoptado), y con sus canciones infantiles, sus juegos, sus risas, endulzan mis días, me recuerdan la alegría de la inocencia de un pequeño niño, que sólo piensa en jugar y en hacer feliz a los demás.

Mis ahijados, aunque a la distancia sé que están ahí para mí, mis hijos queridos, también del cielo que me acompañan siempre de la mano de Jesús. 

Cómo no agradecer a Dios por mis vecinos, mis amigos, a quienes considero mis padres, mis abuelitos y hermanos. Tantos amigos de todas las edades, es que para el amor no hay limite de edad, cada día que pasa me admira esa sabiduría que llevan en la vida. También me han adoptado tantas abuelitas y abuelitos tan queridos, que están en mi corazón, Dios tiene en el cielo a dos de ellos, pero a cambio me ha regalado mucho más.

Y la familia se extiende, mis compañeros de trabajo, mis amigos de la Iglesia de Lazos de Amor Mariano y Casitas de Oración, son mi segunda familia, la familia de hermanos y hermanas que Dios quiso regalarme, cada uno con su especial don y carisma que los caracteriza, y sus preguntas y cuestionamientos profundos, que hacen enamorarnos más de nuestro Dios. 

Mis Amigas que son hermanas desde la infancia, aún las conservo en mi corazón, que gran tesoro, que gran herencia de mi Padre, tenerlas a ellas que se donan, me dan su amor, su cariño, me hacen tía de sus hijos e hijas, están pendientes de mí en las alegrías y también cuando  he estado caída, y no sé cómo he merecido tantas bendiciones en tan pocos años creo que no hay palabras para describir tanto amor que llueve del cielo.

Que buen Dios, haces que cada llamada, cada mensaje, cada palabra que brota del corazón. me llene el alma. Es que estás verdaderamente presente en los demás. Cuídalos, y llévalos a todos ellos al cielo.


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